El Gobierno argentino se encuentra inmerso en un desafío económico crucial: reducir la inflación al 2%. Este objetivo, que busca equiparar el ritmo de ajuste mensual del dólar oficial, se presenta como una medida fundamental para evitar que la economía siga encareciéndose en dólares, sin recurrir a devaluaciones que históricamente han sido la respuesta.
El reciente descenso en la inflación, registrando un sorprendente 4,2% en mayo, ha generado cierto optimismo. Sin embargo, este descenso aún no señala el final del camino hacia el objetivo del 2%. Se espera que en junio los índices de inflación puedan repuntar nuevamente, ubicándose en un rango entre el 5% y el 6%. Este repunte se atribuye en parte al ajuste de tarifas previsto para los hogares de clase media, así como a otros factores que pueden influir en el aumento de los precios.
El Gobierno tiene previsto continuar con su estrategia para combatir la inflación, centrándose especialmente en el segundo semestre del año. Las consultoras económicas proyectan que alcanzar el objetivo del 2% mensual estará lejos de ser una tarea fácil y estiman que la inflación se mantendrá por encima del 5% hasta septiembre, disminuyendo gradualmente hasta llegar al 4,6% en octubre. Sin embargo, cabe señalar que las proyecciones del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) suelen sobreestimar la inflación, lo que podría indicar que los datos reales podrían ser más favorables de lo previsto.
Además de los ajustes tarifarios, el Gobierno también enfrenta desafíos en materia fiscal y monetaria. La reducción de subsidios y los ajustes en las tasas de interés son parte de la estrategia para mantener bajo control los agregados monetarios y evitar presiones inflacionarias adicionales. Aunque el superávit fiscal ha cerrado una fuente importante de emisión de dinero, el Banco Central continúa interviniendo en el mercado cambiario, lo que puede generar cierta presión inflacionaria.
Sin embargo, la reducción de la inflación no es el único desafío al que se enfrenta el Gobierno. Paralelamente, debe garantizar la recuperación económica del país. Este proceso podría ser lento y gradual, ya que debe ocurrir sin una masa excesiva de pesos en circulación, como ha sido el caso en el pasado. Por lo tanto, es posible que transcurran varios meses antes de que la desaceleración de los precios tenga un efecto tangible en la recuperación del consumo y la actividad económica en general.